martes, 15 de marzo de 2016

Hijo putismo de primer grado

Clases de cómo convertirte en un hijo de puta:
(Sea aquella persona que no es el nacido de una prostituta (no intentamos con el curso menospreciar ningún trabajo ni a ningún tipo de persona), sino que ha pasado por un proceso de transición entre "tonto al que le hacen putadas" hacia "hacer patadas a los demás porque no tienes nada más que perder")
Lo primero que debe saber el individuo es que los sentimientos de los demás no importan una puta mierda.
Para continuar con la lección, el individuo debe haberse sometido durante períodos prolongados de su vida a haber dejado su corazón impecable abierto para que cualquier persona que a la que no le importe una mierda, pueda cogerlo y cortarlo con cuchillo y tenedor para después comérselo.
El individuo debería conocer exactamente cómo conseguir, mediante hundimiento de cualquier persona que pase por su lado, conozca, aparezca en Internet o sea su amigue, que su ego suba por las nubes al herir a todas esas personas y él/ella/elle sentirse mejor consigo misme.
Como todo el mundo sabe, el individuo "hijo de puta" en cualquiera de sus géneros, no tendrá empatía ni consideración por ninguna persona, incluso sucederán estas cosas con todo ser humano que sienta cariño hacia su persona.
Para finalizar el curso y ser un hijo de puta con todas las letras en mayúsculas, recordad que una vez os destrozaron el corazón y por lo tanto no tenéis sentimientos por nada ni nadie, y pocas cosas serán capaces de hundiros.
Que seáis unos maravillosos hijos de puta, a vista de que cada vez quedan menos buenas personas y todo se ha vuelto gris.

sábado, 9 de enero de 2016

Dolor.

Conté las 437 gotas que se cayeron poco a poco por mi nariz y se precipitaban al avismo. Es posible que la mayoría de esas gotas de agua no perteneciesen a la lluvia que caía sin ganas sobre mi cabeza. Lo más probable, de hecho, es que más de la mitad de ellas estuviesen hechas de lágrimas que caían en silencio por mis ojos hasta juntarse con la lluvia. 
453.
No sé cuánto tiempo estuve sentada mirando la lluvia marcar hondas en los charcos que se habían hecho en el suelo. Ni siquiera tenía frío, solo lloraba.
476.
Lo que tenía dentro era demasiado complejo para decirlo en voz alta, así que la forma más fácil de sacarlo de ahí era llorar. 
El frío no existe cuando te duele algo dentro. 
A veces, hace más frío dentro de ti que fuera, y no te importa si llueve, nieva o graniza, simplemente dejas que tus lágrimas se junten con la lluvia. 
481.
Cuando estás demasiado mojado y tu cerebro decide que necesitas ir a casa, te despojas de toda la ropa mojada de forma metódica, como si otra persona lo hiciera en vez de tú, y cambias las gotas de lluvia por los chorros de agua caliente de la ducha. 
Creedme si os digo que el agua caliente es peor que la de la lluvia. Cuando todo por dentro está frío, el calor solo hace que llores más fuerte. 
Y nadie puede consolarte. Nadie. 
Y tus lágrimas se juntan con agua para no dejar marcas evidentes de lo que está pasando, porque sólo a ti te importa llorar. 
Sólo a ti te importa lo que duele. 
Y nadie puede consolarte. Nadie. 
He perdido la cuenta de las gotas ya. En la ducha solo caen chorros. 
Y ya no hay frío, ahora el frío se ha ido y con el calor del tiempo y de darte cuenta de lo que pasa, todo duele muchísimo más. 
Lágrimas, lluvia, agua... En realidad solo podemos llamarlo dolor. 

martes, 17 de noviembre de 2015

180

Pienso pensando respirando soñando que pensar sintiendo llorando y besando hace a veces daño, pero cuando piensas pensando pensar que los sueños son bonitos, yo sueño pensar pensando pensamientos felices que podrían hacerse realidad. 
Pero yo pienso, tú piensas y ellos piensan cosas que no son las que realmente deberías pensar pensando, por lo que pensemos pensamientos enredados escondidos en pensamientos que hay que pensar pensando con pamplinas de poetas que ya están muertos pero que siguen siendo pensados pensando pensamientos en nuestra mente pensadora. 

domingo, 15 de noviembre de 2015

Por qué no soñar.

Me paso demasiadas noches sumida en un semi sueño en el que apareces de repente un día con un pequeño regalo envuelto que tiene dentro mi libro preferido de la infancia. Y que me haces llorar de felicidad apoyada en tu hombro. 
Causaría lo mismo que me dijeras que me quieres. 
¿Me he equivocado de persona? 
Encuentra mi libro preferido de la infancia, yo no soy capaz de encontrarlo. 
Camaleones, Kate Thompson. 
Los dos sabemos que es más fácil eso que quererme en voz alta. 
(No os preocupéis, nadie me quiere en voz alta) 

A lo mejor

Subimos y bajamos tan rápido como cuando nos montamos en una montaña rusa. 
Un día bien, cuatro mal, dos otra vez buenos, siete llorando... Pero al fin y al cabo somos nosotros mismos los que decidimos vivir así. 
A veces necesitamos que griten delante de miles de personas que no conocemos de nada que nos quieren, pero otras solo necesitamos un beso donde nadie pueda verlo, para sentir fuegos artificiales brotando de nuestro interior y explotando en nuestro cerebro, callándole todas esas cosas malas que la noche anterior decidió ponerse a pensar para hacer de nuestra noche algo imposible. 
Sin embargo, a veces es demasiado necesario que haya tormenta para que pueda volver a brillar el sol, porque necesitamos tronar por todo el cielo para que todo el mundo vea los rayos. 
No hay que verle las orejas al lobo antes de que sea demasiado tarde, no, hay que abrir los ojos y mirar a la persona que tenemos delante y ver de qué forma nos mira. 
Igual esa mirada tiene muchas cosas que decir que no puede por miedo. 
O igual solo necesita que la mires de la misma forma para poder recomponerse. 
Somos tan frágiles, que somos capaces de rompernos y recomponernos una media de quince veces al día. 
Este dato me lo acabo de inventar, porque por cada cien veces que nos rompemos, solo podemos intentar arreglarnos una o dos. 
Todos estamos muy rotos, y todos necesitamos que nos quieran para no tener que querernos nosotros mismos después del desastre interior que tenemos. 
Yo no quiero que le grites al mundo nada para saber que me quieres. 
Lo único que quiero es que escuches a mi corazón y tú seas capaz de cantarme una canción con tus ojos que hable de algo parecido. 
Dejad de hacernos creer que cuando dices te quiero te van a decir lo mismo, nosotros ni siquiera somos capaces de decirlo primero, no podemos esperar que alguien lo haga. 
Rómpeme, reconstrúyeme. Mírame a los ojos y demuéstrame que sigue mereciendo la pena estar en este viaje de la montaña rusa. Haz que quiera repetir y compraré entradas para el resto de mi vida.
O si vas a hacer que el vagón caiga en picado y desaparezca, hazlo antes de que toque la cima y quiera subir más alto. 
Buenas noches. 

jueves, 29 de octubre de 2015

Pongamos que hablo de ti.

Hoy le ha dado a mi almohada por oler a ti. 
Y no sabes lo difícil que es, porque estoy discutiendo conmigo misma (otra vez) sobre lo difícil que es seguir en pie con todo esto. 
Nunca dije que fuese una persona fácil de tratar, pero estoy llegando a un limite que nunca supe que tenía, y no te imaginas cómo duele estar llorando porque estoy cansada de luchar por todo esto y de tirar yo sola del carro...  y que con todo eso, mi almohada huela a ti. 
Si decidiste hace mucho tiempo que yo no, no sé por qué sigo creyendo que sí. 
Y a pesar de todo esto, y de las lágrimas, ojalá estuvieses aquí, haciendo que mi almohada oliese a ti dormido en ella. 
Yo ya no puedo más, ya no sé a qué rendirme, si a todo lo que me viene a la cabeza y me hace llorar, o a tu olor pegado en mi almohada. 
Tendré que mezclar las dos opciones y llorar hasta quedarme dormida abrazando con todas mis fuerzas la almohada.
O quemarla y no volver a llorar ni una vez más por ti. 
No lo sé. 

martes, 7 de abril de 2015

Libros olvidados

El amor debe ser que alguien un día de repente me aparezca con mi libro preferido de cuando era pequeña y me lo regale.
Mis esperanzas por volver a encontrar ese libro en algún sitio se perdieron hace mucho tiempo.
He estado buscando por internet, y resulta que descatalogaron aquel maravilloso libro hace mucho tiempo...
El día que alguien me aparezca con él, sabré que esa persona es mi persona con la que compartir el resto de mi vida.
O no, igual me quedo el libro y la persona que se vaya, porque los libros son eternos, las personas no.