miércoles, 12 de junio de 2013

Reflexiones.

La vida es demasiado puta, y cada día tenemos menos dinero.
Nadie nos ha enseñdo nunca cómo tenemos que vivir.
Nuestros padres desde pequeños nos han educado para que poco a poco vayamos creciendo por su camino, hasta que nos volvemos unos rebeldes y elegimos nuestros propios caminos alternativos para dar un día con el importante.
Pero, ¿Y qué pasa cuando nuestro camino se ve interrumpido por otra persona, se mete de lleno en tu vida y después se va sin avisar?
Nos quedamos destrozados, sentimos por primera vez lo que de verdad es vivir. Porque vivir no siempre tiene cosas buenas, estamos demasiado acostumbrados desde pequeños a que las cosas sean fáciles. Pero a medida que vamos creciendo, nuestra vida se complica.
Aprendemos lo que duele caerse, hacerse una herida, y que mami no llegue y te abraze hasta que dejes de llorar. No. Aprendemos que nosotros mismos tenemos que curarnos la herida poco a poco, hacer que deje de sangrar, taparla, y esperar a que cicatrice.
Nuestras madres intentan protegernos de todo lo que está en sus manos, pero ¿Acaso pueden protegerte del dolor en el pecho cuando alguien no es realmente lo suficiente en tu vida para quedarse y se ha ido? No, claro que no. Porque en eso consiste ser humanos, en sentir dolor, sentir. Sentimos porque estamos vivos, porque tenemos sentimientos. El único consuelo que nos queda cuando nos hacen daño es que algún día se curará y que al menos somos capaces de sentir.
Hay días en los que duelen tanto las cosas, que ojalá no tuviese poder de sentir. Otros, que siento tan fuerte las alegrías y emociones, que desearía guardar un poco en un baúl y poder sacarlo cuando más lo necesite.
Al menos nos queda el consuelo de que estamos vivos.
O no.

No hay comentarios:

Publicar un comentario