martes, 25 de diciembre de 2012

Hielo.

Todo es gélido, no hay nada que derrita ese hielo que se ha ido creando alrededor de todo esto.
Es un cuerpo sin vida, ni siquiera los gusanos se lo quieren comer, por eso se va descomponiendo poco a poco quedando enterrado bajo la capa de nieve.
Lleva sin vida mucho tiempo, pero hasta ahora no había crecido a su alrededor toda esa vegetación que hacía que pareciese que estaba vivo. 
Pero al igual que el tiempo, todo es pasajero. Todo es efímero.
Nada es para siempre y nada nunca hace uqe las cosas vayan bien durante mucho tiempo.
Pero ahora todo es frío, la vegetación que había a su alrededor ha ido muriendo poco a poco dejándolo sólo otra vez.
Un cuerpo sin vida sin poder ser siquiera descompuesto.
De qué sirve morir, si ni siquiera cuando lo hagas vas a tener la satisfacción de que te coman los gusanos, sino que te vas pudriendo poco a poco al igual que estabas en vida.. Solo.

Historias cortas 3.

Acerca su brazo a la mesita que se sitúa al lado de su chaise longue para recoger su copa de brandy con hielo.
Se la acerca muy despacio a los labios. Esos labios carnosos pintados de rojo sangre, con unos dientes perfectamente pulidos con un blanco luminoso y unos colmillos realmente afilados sobresaliendo un poco entre sus labios.
Bebe sin apartar los ojos de mí.
Esos jodidos ojos negros, negros como la noche, no sé diferenciar su iris de su pupila. Están rodeados por unas pestañas frondosas y largas pintadas. Joder, son tremendamente grandes y negros. Intimidan con cada pestañeo, envían ráfagas directas hacia mi inescrutable cara de póker.
Tengo miedo, esta mujer es capaz de intimidarme estando simplemente sentada en su sillón con las piernas largas cruzadas dejando ver bajo la abertura lateral de su vestido rojo burdeos unas perfectas piernas carnosas y un poco musculadas y muy largas.
El vestido le sube ceñido por el torso volviéndose en el ascenso a sus pechos más oscuro hasta convertirse en negro.
Lleva un insinuante escote que deja ver un poco de sus bellezas y su marcada clavícula en la parte inferior de su cuello.
Sigue mirándome sin apartar esa sonrisa roja siniestra y esa mirada escalofriante.
No puedo moverme, todo está rodeado de señales que no puedo ver de que esta mujer es peligrosa, pero no puedo moverme.
Entonces ella se levanta, y puedo ver entonces lo alta que es gracias a sus tacones abiertos en los que puedo apreciar unos bellos pies con las uñas perfectamente cuidadas.
Es más bajita que yo, pero no mucho.
Se acerca despacio a mi, con esas largas piernas, enseñándolas a través de esas aberturas laterales con cada paso que da hacia mi.
Cambia la forma de mirarme, ha pasado de ser fría y llena de oscuridad, a estar llena de vida, llena de algo que no consigo averiguar.
Con cada paso que da, me pongo más y más tenso.
Se acerca hasta quedar situada a tan sólo unos pocos centímetros de mi.
De repente cierra los ojos y los vuelve a abrir para mirarme escondida en esas pestañas enormes haciendo que mi corazón deje de estar ligado a mi y se ponga a dar una sonata él sólo.
Mi respiración se acelera acompasándose con el ritmo de mi corazón, y no puedo evitar abrir inconscientemente la boca. La boca seca.
Ella posa su mano encima de mi lado izquierdo del pecho, justo encima del corazón y se acerca cada vez más a mí.
Yo no sabía que esto iba a pasar, no sabía a lo que me atenía cuando llamé a su puerta y me metí en su despacho negro y rojo lleno de velas.
Tenía miedo de lo que me podría encontrar cuando entrase, podría haber desde un perro de tres cabezas hasta un hombre con cabeza de toro.
Pero me asombró darme cuenta de que lo que había era una preciosa mujer sentada en un sillón largo esperándome. A mí.
Se acerca despacio a mi cara, se queda a escasos centímetros de mi boca, y me da un casto beso en los labios.
Sabe dulce, a alcohol y a algo más.. ¿a despedida? entonces sonríe enseñando todos los dientes y entonces sé que ya no hay marcha atrás. Que no me puedo arrepentir de esto.
Se acerca a mi clavícula y la pasea despacio con su lengua desabrochándome despacio los botones de la camisa y dejando que caiga por mis brazos hasta el suelo.
Entonces se apoya en mis brazos para poder estar un poco más alta y pasea su lengua por mi cuello haciendo que cierre los ojos y separe aún más la boca sacando un gemido casi inaudible de ella.
Llega a mi cuello, y allí sonríe con la boca pegada a mi piel.
Ya está, ya no hay vuelta atrás.
Clava sus colmillos en mi cuello y dejo de tener percepción del mundo.
Es el principio de algo nuevo.
Es el fin.

Navidad en Madrid.

<< Y que estemos los dos solos.. dando tumbos por Madrid>>
Madrid se torna de colores grisáceos, pero sus calles empiezan a llenarse de colores.
Llega la navidad a la capital.
La lluvia empapa las calles y llega ese frío que hace que tengas que arrimarte más cerca a las personas para entrar en calor.
Miles de personas caminan por las calles observando cada pequeña bombilla que ilumina todo a su alrededor. Cada pequeño arbolito de Navidad, cada gorrito absurdo que venden, los puestos de la Plaza Mayor...
es imposible caminar por la calle sin tener un poco de espacio vital para respirar.
Todas esas personas agrupadas encima de ese pequeño escenario improvisado cantando villancicos para sacarse unas monedas, esas personas maquilladas y vestidas de estatuas esperando que caiga una moneda para moverse y asustarte.
Miles de artistas sin reconocer salen a la calle a ver si toda esa gente que visita la capital para un momento a verlos y darles dinero.
La capital se llena de luces y colores.
Ya es navidad.

Ocupas.

Como el ruido del silencio adentrándose por tus oídos e intentando llenar de vacío todo tu desorden interior.
Llega como una brisa ensordecedora llena de carencias, llena de esperanzas que inundan tu cabeza con falsas ilusiones intentando atormentarte y atontarte para que no puedas ser racional y pensar.
Llega como un cubo de agua helada en medio del desierto para despertarte de tu ensoñación, para alejarte de toda pizca de racionalidad y dejarte insensible.
Entonces te empieza a controlar, controla todos tus gestos, tus palabras, tu sonrisa.
Te utiliza como si fueras una marioneta bajo su poder.
Y tú no te das cuenta, pero se ha adentrado ese silencio en tu mundo.
No puedes verlo, oírlo ni sentirlo, pero sabes que te está controlando.
Es el nuevo dueño de tu vida.